miércoles, 1 de febrero de 2012

De Fray Bentos a Santa Elena; de Liebig`s a Kemmerich (3ª parte)


LA VUELTA A AMBERES

El mayor activo que poseían Eduardo Kemmerich y Walther Giebert era el acabado conocimiento del proceso industrial de la fabricación del extracto de carne, corolario natural de los años trabajados en la planta de Liebig’s Extract of Meat Company Limited y del dilatado “background” familiar. Estos elementos, a las claras insuficientes para plasmar el desafío de montar un establecimiento fabril de la envergadura del instalado en Fray Bentos, constituían no obstante la llave para acceder al mercado internacional de capitales. 
En la consecución de la idea, en febrero de 1879 los cuñados Kemmerich y Giebert repiten el camino que poco más de 15 años atrás había transitado su predecesor: se trasladan a Amberes en busca del imprescindible capital de riesgo que les posibilite construir la proyectada fábrica en Argentina.
Recurrir a ese importante puerto flamenco del norte de Bélgica -uno de los primeros de Europa, con amplias conexiones con Alemania y la dinámica cuenca del Ruhr- a manera de plaza en la cual conseguir inversores no parece antojadizo. Baste recordar que además de las sólidas relaciones mercantiles y personales que los Giebert mantenían con destacados comerciantes instalados en Amberes, por allí ingresaba a Europa buena parte del extracto de carne producido por Liebig’s, incluso el destinado al mercado británico que hasta 1914 fue distribuido por la firma de Corneille David, con sede en la propia ciudad(15).
El fulminante éxito de venta del extracto era entonces un tema recurrente en las tertulias de los comerciantes importadores, banqueros e inversores de Amberes, por lo que todo lo relacionado con su producción en las lejanas e “inhóspitas” tierras sudamericanas no constituía un asunto desconocido para ellos. 
Aunque ignoramos los detalles de los pasos dados en Bélgica por Eduardo Kemmerich y Walter Giebert, la celeridad con que se concretó la empresa sugiere que la propuesta debió encontrar desde el inicio una acogida favorable. En efecto, a fines de 1879 se funda en Amberes la Société en commandite E. Kemmerich et Compagnie, cuyo objeto era producir extracto y otros derivados cárnicos en la República Argentina.   
Pero pronto se debió recurrir a una capitalización de la empresa, que se produjo junto a un cambio de razón social, consecuencia de la nueva composición accionara tras la incorporación de otros capitalistas. A fines de 1984 los activos de la Société en commandite E. Kemmerich et Compagnie fueron absorbidos por la Compagnie des Produits Kemmerich, Sociéte Anonyme, fundada el 4 de noviembre de 1984 en Amberes y que contaba con un capital integrado de 200.000 libras esterlinas(16). En ella tenían participación, además de los sucesores de George Christian Giebert, el empresario argentino de origen alemán Ernesto Tornquist y sus socios belgas Henri Albert de Bary, Horace van der Burche, P. Raeymaecks, Victor Grisar, Louis Lysen y Victor Lynen(17).
La cuota parte accionaria de los Giebert se vio entonces reducida, y en la administración de los negocios comenzó a tener una intervención activa Ernesto Tornquist, que actuaba no sólo en representación propia sino también como delegado de los capitalistas belgas.


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Rodrigo Morales Bartaburu
Queda autorizada la reproducción total o parcial de este trabajo citando la fuente.
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De Fray Bentos a Santa Elena; de Liebig`s a Kemmerich (2ª parte)


Tras repasar de manera muy sucinta en la primera entrega el proceso de más o menos 25 años transcurridos entre el descubrimiento del “extractum carnis” y la desvinculación de los sucesores de George Christian Giebert de la empresa pergeñada por éste, que había recreado a escala industrial el procedimiento de laboratorio inventado por el químico alemán Justus Von Liebig, llegamos finalmente a la República Argentina.
La localidad entrerriana de Santa Elena(14) se encuentra ubicada unos 135 quilómetros al norte de la capital de la provincia, en un pintoresco paisaje de profundos barrancos que caen abruptos sobre el caudaloso río Paraná, 
Desde octubre de 1871 la sociedad compuesta por Federico González y los hermanos Eustaquio y Norberto de la Riestra explotaba allí un saladero. Con escasa y rudimentaria tecnología, característica dominante del conjunto de la manufactura saladeril, el establecimiento producía tasajo y otros subproductos -cuero, grasa, sebo- que eran embarcados desde el propio puerto del saladero a los mercados del exterior en un velero de bandera española propiedad de José Sampera. Éste, tras descargar la carne salada en Brasil y Cuba continuaba viaje a España, de donde retornaba a Santa Elena con sal de Cádiz.            
En 1880 la recién fundada Société en commandite E. Kemmerich et Compagnie adquiere a González y de la Riestra las instalaciones del saladero y las 1.800 hectáreas de tierras circundantes en las que estaba enclavado. 


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Rodrigo Morales Bartaburu
Queda autorizada la reproducción total o parcial de este trabajo citando la fuente.
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