sábado, 19 de mayo de 2012

Facebook ahora es una empresa pública


Mark Zuckerberg, fundador de Facebook. 

En el día de ayer (N de R: jueves 17 de mayo de 2012), 900 millones de personas salimos a la Bolsa de Nueva York. Las acciones que negociaban nuestras historias en el primer día de Facebook en el mercado de valores cotizaban a 38 dólares y llegaron a valer 42 dólares, con un bajón inicial y luego una pequeña recuperación. Facebook vale cerca de ciento quince mil millones de dólares, algo así como 128 dólares por persona. Pero lo que ayer se compraba y se vendía en el Nasdaq en la oferta pública tecnológica más grande que se recuerde no era otra cosa que historias de vida, patrones de consumo, fotos del cumpleaños, toneladas de videos embebidos, juegos distribuidos en red, botones de “me gusta”, fans, gustos, preguntas, comentarios, la Internet misma y la vida de la gente subida a propia voluntad por el deseo de pertenecer. Nosotros mismos. Durante los primeros tres minutos se realizaron cerca de cien millones de transacciones, lo que convirtió inmediatamente en megamillonarios a un buen centenar de socios originarios de la red creada por Mark Zuckerberg. Esa liquidez planetaria terminará convertida en una buena cantidad de mansiones y aviones para la semana entrante.
A los pocos minutos de abierta la oferta, las acciones ganaban valor, pero con cierta modestia, mucho menor de la esperada. No queda muy claro, tal vez, qué sentido tiene comprarse a sí mismo, habrán pensado los inversores. El concepto de lo público, en el marco de la Bolsa de Nueva York, dista bastante del que se suele usar aquí: lo público de una empresa en el Nasdaq permite que cualquier poseedor de una acción pueda revisar los balances y participar de alguna manera (generalmente lejana) en la toma de decisiones. Concepto bien diferente, por cierto, al de escuela pública o, en palabras de Aníbal Fernández, el software público.
Unos días antes de la salida a la Bolsa, General Motors había decidido levantar la publicidad de la plataforma de Facebook por ser “poco efectiva”, en un monto de inversión que rondaba los diez millones de dólares. Eran divididas también las opiniones sobre la valuación real de Facebook, empresa que esperan que llegue en unos años a tener cerca de tres mil millones de usuarios. ¿Por qué vale tanto Facebook? ¿Vale por la base de usuarios actual o por la base de usuarios futuros? La facturación real de la red social ronda los 3700 millones de dólares, un monto notablemente más bajo que los 37 mil millones que factura Google. El gran valor de Facebook reside, entre otras cosas, en que la información sobre los usuarios es depositada voluntariamente por los usuarios, mientras que en Google sus algoritmos tienen que aprender a buscarla.
Los noticieros económicos internacionales parecían en cadena opinando sobre qué hacer ante la inminente salida de acciones, sobre si Facebook no estaba sobrevalorada o se trataba de una oportunidad real de inversión. Así, mientras todos discutían, Mark Zuckerberg pasó a poseer acciones de su compañía por unos 20 mil millones de dólares, la jefa técnica (CTO) valoró su porcentaje en mil setecientos millones y James Breyer, junto con Accel Partners, que habían invertido 13,7 millones de dólares en 2005 pasaron a tener un porcentaje valuado en 6,2 mil millones de dólares.
Cuando Facebook anunció su salida a la Bolsa, Mark Zuckerberg escribió una carta abierta a los futuros inversores. “Fue construida para cumplir una misión social: convertir el mundo en un lugar más abierto y conectado. Creemos que es importante que cada persona que invierta en Facebook comprenda lo que esta misión significa para nosotros, cómo tomamos las decisiones y por qué hacemos las cosas que hacemos.”
En apenas ocho años, Facebook rompió con casi todas las barreras de lo posible, acaparando mercados a nivel planetario, imantando a los usuarios de todo el mundo con esa posibilidad de mostrarse a uno mismo. Pero, según los datos de ayer, si bien es la valuación más alta de la historia para una empresa tecnológica que sale a la Bolsa, la curva de aumento en el primer día será considerablemente conservadora. Google, por ejemplo, que salió a la Bolsa en 2004, subió un 18 por ciento el primer día, y tres años después valía cerca de cuatrocientos por ciento más, que los iniciales 28 mil millones de dólares. Pero no todas las historias son de éxito en la lotería de las empresas tecnológicas. Groupon, por ejemplo, el sitio de cupones de descuento, fue valuada en 13 mil millones de dólares, un 30 por ciento de aumento en un primer momento, y actualmente el precio cayó a la mitad.
Empieza para Facebook una etapa diferente a la hora de tomar decisiones. El hecho de tener que abrir sus cuentas y someterse estructuralmente a la mirada extraña es finalmente lo que hace Facebook con todos nosotros: mirarnos y tomar decisiones sin preguntar. Pero en el caso de esta empresa, acostumbrada a la cultura hacker de tomar decisiones veloces sin consultarle a nadie y luego arreglar los problemas que ocurran más tarde, la mera posibilidad de que alguien opine sobre los caminos a seguir pone de los pelos a Zuckerberg, el niño nerd más rico del planeta, que a partir de ayer será el dueño de una pelota más grande. Cuando se anunció en febrero la salida de la empresa a la Bolsa, su CEO escribió como para abrir el paraguas. “Trabajamos duro para hacer de Facebook el mejor lugar para gente genial con gran impacto en el mundo. Hemos creado una cultura que llamamos la Vía Hacker. (...) Hackear significa crear algo rápido o probar los límites de lo que se puede hacer. Como pasa con muchas cosas, puede ser utilizado para bien o para mal. La gran mayoría de los hackers que he conocido tienden a ser personas idealistas que quieren tener un impacto positivo en el mundo.” Para cerrar, Zuckerberg decía: “En pocas palabras: no construimos servicios para ganar dinero, sino que ganamos dinero para ofrecer mejores servicios”. Como sea, Facebook es desde ayer una empresa de servicios “pública”, o sea, es como el agua.

Escrito por Mariano Blejman. Publicado originalmente el 18 de mayo de 2012 en el diario Página12 de Buenos Aires (Argentina).