Cuando el gran cineasta polaco Andrzej Wajda nos asombró con "El hombre de mármol" (1977) y "El hombre de hierro" (1981) lejos estaba de imaginar que muchos años más tarde el Gobierno Departamental Blanco (GDB) de Paysandú le ofrecería el escenario y el protagonista ideal para cerrar la trilogía: “El hombre inoxidable", con el director de Promoción y Desarrollo, Ramiro Díaz, en el rol principal dadas sus peculiares dotes actorales que le permiten pasar entre las gotas de la lluvia sin mojarse. Debutó temprano en la TV por abonados, en Tambores, en la época del Cuqui Lacalle (celoso guardián de la libertad de los medios). Después, en la administración Lamas incursionó en "Las fuentes ornamentales", filme mal recibido por la crítica, que unánimemente reprobó la estética, y de poco éxito de taquilla por el tufillo a negociado que envolvió el proceso de realización. Luego lo ganó el ostracismo y debió vivir su “traversée du desert”, algo que a muchos artistas les ocurre. Fueron cinco años en los que casi no tuvimos noticias de él. Felizmente los blancos retornaron al Palacio y entonces su mentor, protector y cómplice, Bertil el Triste, lo volvió a encaminar a la fama. Como había que borrar el agujero económico dejado por "Las fuentes ornamentales", el Triste (¡para eso están los amigos!) le hizo pagar a todos los contribuyentes sanduceros el "error" presupuestal de esa película, unos miles de dólares nomás que se abonaron alegremente. En el nuevo GDB el “Inoxidable” tuvo un inicio fulgurante, participando en numerosos cortos publicitarios virtuales. Un día sí y otro también anunciaba con bombos y platillos que hipotéticas empresas se instalarían en el casi inexistente Parque Industrial. Muy afecto a las proclamas, reiteraba machaconamente la inminente llegada de inversores brasileros, argentinos, estadounidenses… En un momento los sanduceros pensaron que si todos esos versos, perdón, proyectos, se concretaban, Paysandú se convertiría en la zona industrial más importante de América Latina después de San Pablo. Pero la alegría duró poco, porque algunos cuentos de hadas no tienen final feliz, como en este caso, que nadie invirtió nada. Pero aún así el "Inoxidable" no aflojaba en su sueño de la industrialización y durante un tiempo todo tipo de personajes -desde encantadores de serpientes a vendedores de obeliscos- eran recibido, a instancia de él, en el salón Rojo del Palacio por Bertil el Triste y todo el coro de extras, que de brazos cruzados y con caras compungidas escuchaban crédulamente al versero de turno.
Hiperactivo, nuestro actor fetiche -que no descansaba- se lanzó a la producción de "Semana de la cerveza", obra en la que incursionó en el cine policial. En este momento de la crónica importa remarcar el destacado -y casi anónimo- papel que desempeñó HC, gran maquillador de números del Gobierno Departamental Blanco (GDB), en la concreción de “Semana de la cerveza”. Sin su ayuda, a la que hay que sumarle también el apoyo constante del Gran Pasquín del Norte (GPN), este filme no hubiera dado un resultado económico positivo, como dice el "Inoxidable". Pero hay más, porque el talento y creatividad de este genio parece no tener fin. Recientemente lanzó "El gran golpe a la DGI", una película con todos los condimentos para arrasar en la taquilla, como ser estafas, mentiras y robos de carpetas y computadoras con datos, información y números extraviados por el maquillador.
El cine nacional tiene buenos tiempos por delante y el GDB puede ser una fuente inagotable de inspiración para, por ejemplo, continuar la serie Los Sopranos. Es más, tenemos al actor para reemplazar al eterno James Gandolfini, porque estamos convencidos de que nuestro "Inoxidable" no nos dejará mal parados en el rol de capo mafioso. Algunos piden a gritos que se vaya (a Hollywood, claro), pero Bertil el Triste no está preparado para dejarlo ir. Es que hay tanta complicidad entre ellos, ¿verdad?