Tras repasar de manera muy sucinta en la primera entrega el proceso de
más o menos 25 años transcurridos entre el descubrimiento del “extractum
carnis” y la desvinculación de los sucesores de George Christian Giebert de la
empresa pergeñada por éste, que había recreado a escala industrial el
procedimiento de laboratorio inventado por el químico alemán Justus Von Liebig,
llegamos finalmente a la República Argentina.
La localidad entrerriana de Santa Elena(14) se encuentra ubicada unos 135
quilómetros al norte de la capital de la provincia, en un pintoresco paisaje de
profundos barrancos que caen abruptos sobre el caudaloso río Paraná,
Desde octubre de 1871 la sociedad compuesta por Federico González y los
hermanos Eustaquio y Norberto de la
Riestra explotaba allí un saladero. Con escasa y rudimentaria
tecnología, característica dominante del conjunto de la manufactura saladeril,
el establecimiento producía tasajo y otros subproductos -cuero, grasa, sebo-
que eran embarcados desde el propio puerto del saladero a los mercados del
exterior en un velero de bandera española propiedad de José Sampera. Éste, tras
descargar la carne salada en Brasil y Cuba continuaba viaje a España, de donde
retornaba a Santa Elena con sal de Cádiz.
En 1880 la recién fundada Société en commandite E. Kemmerich et Compagnie adquiere a
González y de la Riestra
las instalaciones del saladero y las 1.800 hectáreas de
tierras circundantes en las que estaba enclavado.
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Rodrigo Morales Bartaburu
Queda autorizada la reproducción total o parcial de este trabajo citando la fuente.
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