lunes, 7 de febrero de 2011

Luis Thomasset Blanco: “Otro Paysandú fue posible”

Entrevista de Jorge Azziz

Ingenio de Azucarera del Litoral S.A. (Azucarlito).
Foto de la década de 1950.
Portador de una prolongada y valiosa actividad gremial a nivel local, pero con indudable proyección nacional, Luis Thomasset Blanco es una persona muy vinculada al quehacer productivo de Paysandú. Nos recibió una noche en su casa, con brasero en el piso de la cocina y tabaco sobre la mesa. “Me parece que hay muchas personas que están más capacitadas que yo para hablar de Paysandú”, se ataja diciendo. “No soy sanducero, llegué en 1955, y lo que conozco es lo que he ido haciendo a lo largo de mi vida. Es curioso como sin ser de acá pude llegar a fanatizarme tanto por la gente de un departamento, pero tuve la suerte de conocer a gente como el ‘negro’ Cejas Duarte, por decir uno”.
La cosa venía para largo y desde muy lejos. “En aquellos años la gente de Paysandú imponía un respeto, una sensación de querer aprender algo de ellos, era diferente”. Y así fue.

- ¿Cuándo fue eso?
- Creo que el esplendor de Paysandú se manifestó en las inundaciones del ‘59. Ahí vimos la dimensión de nuestra sociedad, que era muy diferente al resto del país. Lo cual tiene sus motivos. Un departamento con diferentes historias mirando desde el punto de vista de sus defensas, que fueron varias aunque solemos centramos en Leandro Gómez.
Paysandú siempre asumió como protagonista la defensa de algunas cosas. Pese a ser un departamento “invadido” por múltiples culturas han convivido juntos judíos, rusos, alemanes, italianos, españoles y muchos otros. Era una sociedad, y hablo en pasado porque hoy no es ni parecido. Había patrones que no tenían ningún problema en pasar por la esquina de 18 y 33 -donde estaba el lustrabotas- y se saludaban “¿cómo andás loco?”; y estaba el otro que vendía diario y había un sentido de hermandad. Por eso era tan normal el "¿qué hacés, cómo andas hermano?" En el ‘59 esa fraternidad se manifestó claramente, todo el mundo salió a salvar a todo el mundo: un obrero pierde la vida cuando en un tractor trataba de auxiliar a una persona anciana que no quería salir de su rancho. Uno empieza a mirar para atrás y encuentra épocas de oro, no en lo económico que se manifestó más tarde. Esa fue la preparación, en la década del ‘30, con las formas asociativas, cooperativas de trilladores, de esquiladores, sindicatos rurales.
- Hubo por esos años algunos personajes muy importantes que ahora están medio olvidados, como Horacio Meriggi. ¿Estás de acuerdo?
- Vos sabes que no creo que estén olvidados, ¡ojalá lo estuvieran! Pienso que no queremos reconocer que tuvimos gente de gran valor, que construyeron una sociedad muy diferente a la del resto del país. Que había una identidad bien clara y no era por temas religiosos ni filosóficos. Entre ellos está Meriggi, por supuesto, pero creo que él hizo lo que hizo porque acá ya había un antes. Si Meriggi no se hubiera encontrado con la gente de Paysandú capaz que no hacía nada.
- ¿Cuándo sitúas su momento de mayor auge?
- De memoria, entre el ‘30 y el ‘40. Como le ocurre a casi todas las personas interesantes, Meriggi no supo delegar, se fue y no dejó a nadie que siguiera su obra; es un error muy nuestro no saber delegar. Es casi una obligación de acá al futuro ir transfiriendo las experiencias para que viendo los errores otros los puedan corregir. Meriggi fue sin dudas muy importante. Impulsó las primeras colonias, como la San José, que hoy es Guaviyú, con fracciones importantes y adjudicadas en propiedad por lo menos en parte; las cooperativas agrarias, las cajas rurales diseminadas en varios puntos del país, que eran un sistema casi bancario; de hecho después se transforman en bancos. Mirado desde hoy, que hay computadoras y teléfonos celulares, es difícil imaginar cómo hicieron ellos. Cuando uno dice costa de Sacra, por ejemplo, piensa en el Sacra de hoy, miramos con la vista sesgada a los asentamientos y no vemos el Sacra al este de la ruta 3, en donde en una seca brutal allá por el ‘30, esa zona abasteció de fardos de alfalfa a lugares como Rivera.
- En el caso de la costa de Sacra, ¿estaba también Meriggi?
- Estaba, pero yo no quiero resaltar mucho a Meriggi más allá de mi vocación hacia él. Con el viejo Aguilera profundizamos mucho en su obra. Si bien es cierto que fue un detonante, creo que la sociedad del medio rural de aquella época era capaz de formar un trabajo asociativo, de juntarse y sacarlo para adelante.
- ¿Qué origen tenía esa sociedad rural?
- En cada zona era diferente. En la Colonia 19 de Abril estaban todos los grupos de emigrantes: más acá italiano y hasta canarios, más allá los alemanes; todos convivían.  En la Colonia 19 de Abril es donde más se resalta la convivencia, estaban los judíos y quienes eran sus perseguidores, los alemanes. Cuesta mucho poder entenderlo, pero en cierta manera me acuerdo de que en un barrio muy humilde de Montevideo se tiraba una pelota de trapo para que jugaran los gurises y después se daba un refuerzo de mortadela. Y así se captaba el aprendizaje de que se podía compartir, aún en la pobreza.
- ¿Esa época es anterior al famoso desarrollo industrial de Paysandú?
- El desarrollo de Paysandú marca el estilo de personalidades, desinteresadas en parte e interesadas en otras, pero no hay dudas de que ganaderos de aquel entonces, por circunstancias buenas o malas, transforman lo que era la Caja de Ahorro Rural en el Banco del Litoral; con otra parte de sus capitales, esos mismos ganaderos se diversifican hacia lo industrial. Cuesta mucho distanciar el estilo capitalista de aquella época del de hoy. A la larga uno aprendió a respetar y valorar a personas con la que mantuvo enormes diferencias pero que con sus capitales fomentaron el trabajo, que de otra forma no habría sido posible. Y conjuntamente a esto el país tuvo la suerte de que en el mundo se pelearan los demás.
- ¿Qué recuerdos tenés de los ejidos de Paysandú? 
- No estuve, pero te puedo decir que el gran cambio lo da la remolacha. En las décadas del ´60 y ’70, cuando los pequeños plantadores de remolacha unen esa producción a los tambos se logra una combinación de mucho impacto.
- Está buena la asociación lechería-remolacha porque en esa misma época Paysandú era pionero en la leche pasteurizada.
- Paysandú había tenido la primera leche estabilizada del Uruguay, hasta hoy andan los envases por ahí. La cuenca lechera que ahora disfrutan los empresarios e industriales del sector se debe pura y exclusivamente a aquella gente que con el barro hasta las verijas ordeñaba y, luego, repartía la leche. En un momento la leche fue demasiada y los mismos productores resuelven crear la Cooperativa Lechera de Paysandú (Colepay). Hoy esa cuenca la disfruta otra gente.
- La simbiosis entre lechería y remolacha tuvo la virtud de ocupar importante cantidad de mano de obra. ¿Había mucha gente en aquel período en la sociedad rural?
- Si hoy quisiéramos volver a plantar remolacha no lo podríamos hacer por que no tenemos la gente, se fue. Esas culturas se han ido. El número de personas que trabajaba en las chacra y en la ciudad a partir de la remolacha era impresionante, sobre todo mientras su cosecha fue manual.
- ¿Cuál era el núcleo productivo de la remolacha?
- Los ejidos de Paysandú antes que nada; luego en algún centro poblado como Quebracho, pero en general se dio en las cercanías de la fábrica, Esperanza, Porvenir, Constancia. Después, los más atrevidos empezaron a ir más lejos.
- La otra parte. Para una ciudad tan importante y en crecimiento, la producción de alimentos también debió serlo. ¿O siempre fue chica la dimensión de lo que podemos llamar granja?
- La granja siempre fue chica. Una de las cosas que me asombraba muchísimo, porque fue parte de mi vida en Sauce (Canelones), era ver el trabajo de las yuntas de bueyes. Eran culturas muy diferentes. Acá en Paysandú las quintas que se hacían eran emprendimientos bien individuales y de alguna manera hereditarios, porque eran todos inmigrantes o hijos de inmigrantes. Tampoco nadie le dio a esa producción la importancia real que tenía. Desde que éramos niños la verdura pasaba desde Salto hacia el mercado modelo en Montevideo y después volvía. Indudablemente en la chacra y en la ciudad misma, salvo algún italiano, la quinta era algo poco importante. En aquel tiempo era más fácil comprar esas cosas que pensar en producirla.
- ¿La decadencia de la remolacha está atada al desgaste del modelo industrial de sustitución de importaciones que le dio inicio?
- El tema es muy conflictivo de analizar. Allá por el año 1965 si preguntabas en la Sociedad de Remolacheros por qué había que echar la misma cantidad de fertilizante triple 15 en todos los potreros, cuando se sabe que todos los potreros son distintos, te decían que no sabían pero que era lo que mandaban hacer los técnicos de Azucarlito. No sé qué tipo de intereses creados podía haber para que nadie se preocupara de un cultivo que indudablemente era la vida de Paysandú. Y cuando digo nadie, es nadie. No había preocupación por estudiar a fondo cuál era el problema. No puedo creer que la decisión política de retirar el subsidio a la producción haya sido tomada sin evaluar el desastre que podía generarse en toda la sociedad sanducera, que fue lo que en definitiva ocurrió.
- Tú particularmente participaste del esfuerzo que significó Paysandú Entre Todos. ¿Qué evaluación hacés de esa etapa?
- El movimiento no fue un esfuerzo sino la búsqueda de repuesta a este tema: ¿por qué se nos había venido la ciudad al suelo? Lo único que intentó, sin concretarlo, fue ver cómo podía hacerse para encontrar una punta de la madeja que permitiera revertir la situación. Pero creo que lo importante fue el diálogo dentro de nuestro pueblo, volvimos a ser gente al menos durante tres o cuatro años. Diálogo que contagió luego a varias ciudades más.
- ¿El Consejo Económico Social (CES) fue un producto del Paysandú Entre Todos?
- Pienso sin arrepentirme que debo decir las cosas tal cual son. En el movimiento discutimos durante mucho tiempo la posibilidad de integrarnos al CES. Sabíamos que era una repuesta política a la movilización de la gente. Si vos sacás varias veces a la calle varios miles de personas, alguna repuesta se debe dar. Y por ahí aflora el Paysandú 2015, por ahí sale el CES. Discutimos mucho, estábamos los trabajadores y los empresarios, cosas muy distintas. El negro Duarte siempre me decía: “Ojo Luis, ojo con los universitarios”. Habrá que descifrar qué quería decir. La clave puede estar hoy en lo que es la Agencia para el Desarrollo. Ahí nos traicionó el PIT-CNT, que la terminó votando. Creo que el CES era una gran  herramienta, pero hoy yo me pregunto qué cosa concreta ha logrado Paysandú en todos estos años, algo que realmente mueva a la gente a la ciudad, que genere empleo, cuando casualmente en el primer plenario del CES -y es algo que consta en actas- se señalaba que se lo crea para mejorar la calidad de vida y el empleo de los habitantes del departamento.
- ¿Te parece que por ser una herencia del Partido Nacional, el gobierno del intendente Julio Pintos le da poca importancia?
- Hay crisis en todas las instituciones, no puedo echarle la culpa a un gobierno. El problema es de la sociedad y ésta está representada en el club Barrio Obrero, en Litoral, en el PIT-CNT o en el Merendero del Puerto. Si los dirigentes que están al frente de las instituciones son los mismos desde hace años y años, ese dirigente tendrá la culpa de no irse a la mierda, porque debería irse, pero qué hace el resto de la gente. Los dirigentes han evitado que la gente joven se integre. Es como una cadena. No podemos decir “el CES no ha dado los resultados esperados”, si estamos con los retazos en la base que es la institucionalidad. Nos sacaron tres o cuatro dirigentes que hoy están en el sistema político y no supimos qué hacer.
- Algunos de los dirigentes gremiales de los inicios hoy ocupan cargos en la Intendencia. ¿Te merece alguna reflexión su trabajo?
- Siempre discutí, y discrepé con amigos personales acerca de que un dirigente gremial no pueda tener partido político. Lo tendrá en su interior, pero el representa a todos, le guste o no le guste, debe ser transparente. Yo no puedo juzgar a un compañero porque nadie juzga a nadie. Pero si el compañero hoy es Director o está en cualquiera de los puestos, debemos ser coherentes con aquello que decíamos de que en los cargos debían estar los hombres más capacitado. Y si en realidad era el más capacitado, está bien.
- ¿Había propuestas de por dónde comenzar a caminar para revertir la situación o hace falta construirlas?
- No estamos caminando nada, somos más pobres ahora que antes. Porque antes, aún en la pobreza, teníamos la mayor riqueza: identidad, orgullo, sabíamos que éramos sanduceros. Hoy a nadie le importa un pito lo que pasa con Paysandú. ¿Qué era lo que creíamos nosotros? Aquello que decía Enrique Padrón, “vamos estudiar qué pasó con la remolacha, porque a partir de ahí funcionaban hasta los quilombos”. Si por lo menos nos dijeran “estudiamos y vimos que el problema es que nos falta mano de obra o no conseguimos la semilla todavía”, vaya y pase, pero no ha pasado nada de eso. Una vez un candidato a Intendente me preguntó qué haría yo si fuera Intendente. Le dije, “puedo ir preso con lo que te voy a decir, pero si yo sé que acá todo el mundo se salva con la remolacha, expropio la fabrica”.
- El sector productivo perdió mucha gente. ¿Se puede revertir la situación?
- Perdimos la cultura y la gente que se fue. ¿Dónde la vamos a ir a buscar? Ya no está más, no existe. ¿Convirtieron al hombre que trabajaba en un empresario? Mentira, al hombre que trabajaba lo echaron del medio y nadie hizo nada para que se quedara y ya no se habla más del tema. ¡Qué se va hablar si la gente no está! ¿Tenían razón aquellos que decían que eran inviables determinados productores? Parece que tenían razón. No me extraña, lo he escuchado muchas veces de varios compañeros, que a determinados productores les sirve más ser empleados que productores. Ese verso, lamentablemente, se hizo realidad.
- Atrás del discurso de la eficiencia hay un discurso técnico.
- El Uruguay se ha convertido en un país de curreros. Antes le echábamos la culpa a los otros, ahora a quién se la echaremos.
- ¿Hay salida?
- La salida está en los gurises y en la educación, los de 30 o 40 años ya están perdidos. Hay que empezar a educar para que en el futuro al menos, aprendamos a compartir. Sólo a partir de eso podremos plantearnos una sociedad distinta.  

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Jorge Azziz es ingeniero agrónomo y pequeño productor rural.
Esta entrevista fue publicada originalmente en el semanario Tres Puntos (número 200 del 8 de julio de 2008).
Queda autorizada la reproducción total o parcial de este trabajo citando la fuente.
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